He visto a tantos llevar tu nombre
y en sus labios era
solo un eco incomprendido,
pues tu nombre es tan tuyo
que se vuelve irrepetible,
no podría pertenecer a nadie más.
Mi boca no era boca
sino hasta que aprendí a llamarte,
hasta que tu nombre ardió en mis labios
y dejó cicatrices de fuego,
pequeñas ruinas donde antes
no había nada.
Mi lengua no era lengua
sino hasta que aprendí a pronunciarte,
y antes no sabía que el lenguaje
podía ser un territorio de exilio
o de regreso.
Pero ahora lo digo
y es como volver a casa,
como si el mundo, de pronto,
tuviera un centro,
como si todo en mí
hubiera nacido solo para nombrarte.
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión