Abro la boca. La cierro mientras pongo
mi lengua impulsiva en el paladar.
Vuelvo a abrir la boca con gusto,
como que existes dentro de ella.
Y lo repito hasta poder volver a decir
tu nombre hacia delante y hacia atrás;
como un conjuro, como un susurro
que se va y que se devuelve.
Tu nombre lleno de mar y poesía,
lleno de saetas que me atacan y caricias
que no dejan que caiga en mí la tarde,
que me traza y me desdibuja.
Te beso hacia adelante y hacia atrás,
con los labios llenos de sal de tu orilla,
porque hablo el lenguaje de las olas
y espumosa me sonríes y me dices
que has aprendido a nadar.
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