Te llamare por tu nombre
y te diré olvido.
Te invoco por lo real
por lo que se esconde,
por lo que ocultás.
Lloro a tus pies,
añejados entre crustáceos
que no llegaron a ser vino,
desprendieron un jugo que no era salado
para que lo beba la rosa azul de tu patio.
Tu nombre es olvido,
se encantó el sol con este anochecer
de la voluntad, de la mente,
le das vida a la memoria
y ella te renueva.
Quisiera poder hablar largo y tendido
sobre este bicho que nos habita
se alimenta de los brotes que no tienen fuerza
o hace crecer bromelias en las articulaciones.
Te invoco olvido
y estiro un ruego que sube por la espalda
para que salte desde la cabeza
hacia las praderas inhabitadas
del páramo que se expande entre nosotras.
Quizás así se insufle un rincón
de mis latidos sin ton ni son
para volver a amar.
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Rocío Giménez Ferradás
Hola! Soy dibujante pero las palabras son un jardin en el que refugio el pensar
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