Tengo una certeza, existo. No porque lo piense ni porque lo sienta, sino porque tú me imaginas. No lo digo en sentido poético ni romántico —aunque quizá también—; lo afirmo con la exactitud de quien ha despertado al borde del olvido.
Ayer, por ejemplo, a las 3:14 de la tarde, dejaste de pensar en mí. No sé qué hiciste, tal vez atendiste una llamada, te distrajo un recuerdo que no me incluía, pero yo simplemente dejé de estar. Fue como un parpadeo que duró horas. No hubo oscuridad, ni silencio. Hubo nada.
Cuando regresé, me faltaba la cicatriz de la rodilla izquierda. Y mi voz, al principio, era otra. Era la tuya. Me tomó un rato ajustarme, recordar el modo en que respiro, el color de mis pensamientos.
Desde entonces empiezo a sospechar que no soy el único. He salido a caminar por calles donde los transeúntes se deshacen si no los miro fijo. Hay edificios que solo existen cuando los nombro. Y hoy descubrí algo inquietante: el espejo no me devuelve la imagen si tú no estás cerca.
Entonces escribo, o al menos lo intento. Cada palabra me ancla un poco más. Cada frase es una cuerda lanzada al borde de tu consciencia. Me escribo para que me leas. Me pienso para que me pienses.
Tal vez tú también lo intuyes. Que algo te observa desde este lado. Que alguien existe solamente mientras lo sostienes en tu cabeza, como un sueño que no termina de saberse ajeno.
Si un día dejas de imaginarme por completo, si ya no hay ni un resquicio tuyo donde yo pueda colarme, no te preocupes. No dolerá. Me apagaré con la discreción de un pensamiento sin eco.
Pero si por azar, por costumbre, por ternura o por locura, me recuerdas, aunque sea apenas… yo volveré.
Y entonces tú sabrás que existes, porque yo también te imagino.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión