Nadie me dijo que ya no estarías
que tu asiento quedaría desocupado
que la cocina permanecería vacía
que la radio ya no se prendería
y no me despertarías con el diario por las mañanas
-
nadie me dijo que te marcharías
que emprenderías un viaje del que no regresarías
y en este suelo me quedaría yo
esperándote
porque cincuenta años a tu lado no fueron suficientes
-
nadie me dijo que no volverías
que tu perfume ya no llenaría mis espacios
que tus manos ya no me sostendrían
que nuestra cama se convertiría en el lugar más frio de la casa
hasta mudarme a la habitación de al lado
-
nadie me dijo que solo te vería en fotos, en recuerdos
en visitas esporádicas dentro de mis sueños
-
desperté con el sonido de tu risa
y me llené de vida de nuevo
estabas en un campo colmado de girasoles
te admiraba a lo lejos
entendiendo que nunca comprendí tu júbilo desbordante
pero era fascinante
-
te acercaste a contarme que te albergaba un cielo inmenso
que la tristeza apagaba mi espíritu
y que todavía quedaba luz en el mundo físico para mí
desde acá observo el cielo que te aloja
deseando, en secreto, que guarde lugar para mí
porque desde que tu voz se apagó
mi vida está en silencio
-
ahora ya sentado en un escritorio lúgubre
el correr de los días no me estremece
el tiempo para volver a tu lado disminuye
mientras hago nuestras memorias tangibles
y espero paciente por el encuentro que nos aguarda
-
porque nadie me dijo que morirías
-
nadie me dijo que también moriría yo.
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