Un fantasma duerme conmigo; me acuesto con él.
De noche es mi amante, y al llegar el alba me persigue entre la multitud.
Está en cualquier lugar donde miro, en cada melodía que escucho, y puedo sentirlo recorrer todo mi cuerpo.
Por la noche le pido que me cante, y obedece.
Entona relatos que a veces siento suyos, otras míos, y en ocasiones nuestros.
Le pido que me abrace, y obedece.
Siento su calor y su aroma sacudir todos mis sentidos.
Le pregunto: “¿Cuánto tiempo nos queda?”
No quiere contestarme.
Pienso para mí: ¿Qué será de mí sin él, el día que deje de creer?
Mientras tanto, baila por mi habitación, cada vez menos nítido.
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