En estas madrugadas en que las ventanas están empañadas se me puede ver bailando con tu fantasma.
Bailamos toda la madrugada y reímos a carcajadas como solíamos hacer. Sin preocupaciones y con toda la confianza en el corazón.
Pude soñar como la yema de sus fríos dedos tocaban mis manos y se entrelazaban, volviendo a ese viejo sentimiento de alegría.
Aunque mis ojos, al estar abiertos, no te encuentren, logro hacerlo al cerrarlos muy despacio en la oscuridad. En ese silencio casi impoluto y con mi alma ruidosa. Solo yo tengo acceso a lo que ocurre acá sin vos, paralelo a tu paso al lado mío, sin compartirlo con nadie, solo con tu fantasma. Nadie más sabe los secretos, temores o la poesía que escribo; solo él, que lo conoce todo de mí.
Me invita a caminar al bosque y me cuenta los últimos planes que tiene para nosotros dos , y yo no tengo miedo en ser juzgada por hablarle sobre lo que me angustia o me hace feliz.
Al regresar de nuestras largas caminatas, él abre la blanquecina puerta de casa. Subimos las escaleras juntos de la mano, pasamos a tu lado sin que lo puedas notar porque tus ojos posan en otro sitio, siempre lo hacen. Nos dirigimos al cuarto, el cierra la puerta y nos acurrucamos en la tumba que elegí para descansar de tu constante desdén. Pretendió que lo mire y continúe hablando, pero que no me duerma.
Tomó mi rostro entre sus manos, de la forma en la que lo solías hacer, y poso sus labios sobre los míos, de la manera en que lo hacías, prometió que el dolor ya no sería parte de mí. Y yo sabía que él iba a permanecer junto a mi tumba hasta que decidiese marcharme de ahí.
Puso su mano en mi pecho para corroborar si mi corazón seguía latiendo y con preocupación mencionó que tenía mucho miedo de que deje de funcionar, me exigió prometerle que voy a continuar viva, pase lo que pase... así esté en ese lecho de madera, esperando que termine el día.
Antes de caer rendida en sueño lo abraze fuerte, como solía abrazarte, le juré que no diría nada sobre nosotros.
Tu fantasma es el secreto más oculto que tengo porque temo perderlo y con él se va un trozo de mi alma, que es lo único que me quedo en pie luego que te lo diera todo.
Y en el único lugar en el que siempre lo voy a encontrar va a ser en este cuarto junto a mi cuadrado de madera, por eso aún no puedo irme. Pero si lo hago, si tengo la valentía y no cometo el crimen de mirar hacia atrás, si me queda coraje y si realmente la vida tiene algo, una pequeña esperanza para mí, una segunda oportunidad, voy a cerrar el libro, aunque ahora estés riendo desde el otro cuarto sin saber nada de lo que está ocurriendo acá conmigo en la oscuridad.
No importa nada de eso ya, por el momento lo sigo teniendo, a la noche en mi cuarto y aunque ya salió el sol y debo despedirme de él , sé que tu fantasma me volverá a buscar en memorias para recordar la época en la que estabamos vivos.

Camila F. Aguirre
Nacida en la ciudad de Buenos Aires en mayo de 1996, secreta escritora desde temprana edad. Continuamente buscando y redefiniendo su propio concepto de persona maravillosa.
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