Un pez nadaba en su pequeña familia de iguales. El cielo era de un azul neblinoso. Feliz y pleno con los suyos se movía en conjunto. Habían aprendido a defenderse de lo externo. Cuidados de los peligros del mundo, de los tontos que pescan para robar vidas y verlas perecer. Uno de esos comenzó a quitarle oxígeno al agua. Todos se sintieron algo mareados. Iban desapareciendo poco a poco de lugar. El agua se volvía pesada y oscura. Poco a poco fue aislando al pequeño pez hasta meterlo en una jaula de vidrio, todavía dentro del agua. Al principio no notó nada. Había cosas extrañas que lo separaban de otros. Se quedó finalmente solo, sin entender lo que ocurría. El oxígeno empezó a aminorar su llegada a ese cubo de terror. Cuando no quedó nada comenzó a respirar solo dolor. Increiblemente seguía vivo. Justo ahí fue quitado del agua. Luego de agonizar por un largo rato, todo se volvió oscuro. La sombra a la que costó la costumbre cubrió todo su cuerpo retorcido y dolorido. El objeto tras ella exclamó:
-vivir es tu elección-


Notas erráticas que intentan dar cuenta
No cualquier vida, yo quería la mía. Las palabras cuando no hay salida, ni las palabras. No puedo más con tanto dolor ni deshumanización.
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