tu silencio me enseñó a ser insoportablemente cruel
conmigo mismo, alguien inhumano
y violentamente triste para los demás
Yo, sin embargo
todavía te recuerdo
cómo la pueba más grande
de que Dios me escuchó.
No he sido más que esto, un pedazo de carne que,
idealiza un silencio,
que adiestro a su cuerpo a molderase a tus manos,
no he sido más que esto, una víctima de la nostalgia.
Ayer soñé que besabas las llagas de mi culpa,
tu boca hablaba en lenguas
que mi carne no conocía
Ayer soñé, que entendías cuando te decía
tengo miedo de morir sin ternura.
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