Los redondeles de mis ojos
se achatan
con su inaudita aparición.
Mis lágrimas endurecen mi rostro
haciéndolo parecer de porcelana.
Los únicos testigos de toda oportunidad
desestimada
son el natalicio de mí poesía
y la tinta de mí lapicera.
Quisiera no haber tenido
nunca
la desafortunada ocasión de enredarme
a tus inconclusiones, a tus planteos
que parecían más dudas que aciertos.
Te esfumas de mí vida
así de sencillo como llegaste
y me dejas condenada a arrastrarte
en cada angustia,
en cada logro
y en cada una de mis derrotas
Finjo que la vida es fácil
así nadie nota que
mis manos
se vuelven ruinas de todas las caricias
que aún te debo y adeudo.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión