Él es hoy piedra
abatido en guerra,
ella fue enfermera
dueña de latidos
ella buscaba recibirlo desnuda
con el cuarto hecho una estrella
él, echado del afuera
por llevar prisa olvidó el permiso
se invitó a pasar y se pasó, de confianza
ella, con las clavículas expuestas
lo invitó a sentarse
"saldemos cuentas" dijo ella
y él no supo hilar palabra
ella sacó esfuerzos de su galera,
y el frío del exterior se esfumó cuando susurró
"Dejé la puerta medio cerrada
porque una vez que te veo pasar
ya no me pasa nada"
casi que por ensayo
todo salió como lo esperaba
él, reposaba en su regazo
ella no podía verle la cara
hasta que un parpadeo duró más de lo que debía
y lo que toda una vida debió ser
supo interrumpirse bajo la cruel ironía
de quién teme a dormir
y por la alarma a la que solían temer
sellaron lo romántico en lo onírico
ella lo vio pasar, y no supo fingir
ella es musa, él, faquir
él no sabe cómo hacer el qué
pero el qué, lo sabe, entonces ¿por qué teme?
cuando el sueño cita su presencia
la mano que mece la cuna deja de empujar
y ella que no soportó nunca de los niños el sollozo,
le hizo un lugar en el moisés,
y él, que dormía como crío en su busto
llora hoy por el frío de no verla volver.
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