Después de la tormenta,
bailo sobre los escombros
de mi hambre,
el sol apaña mi demencia,
ilumina las esquinas
donde solía esconderme,
la calma
parece un regalo
que en teoría
no merezco
pero este cuerpo,
rehén e inocente
de los mil siniestros
de mi cabeza,
agradece a sus pies.
Tengo tres amantes
aquí en mi pecho
pero solo a uno
le guardo claridad,
parece inverosímil
que en una mujer quepa
tanto amor
pero no he encontrado
otra conclusión
Uno aguarda
siempre en la caída,
desaparece
en mi voluntad,
dos es un cuento
inventado por mí,
su naturaleza onírica
solo existe aquí dentro
a veces aún lo pienso,
tres es el amor de mi vida
aunque aún no nos conocemos
no sé si es humano,
espíritu
o un concepto.
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