Trébol de cuatro hojas
Cuando era niña,
salía a mi pequeño patio,
que a veces era grande,
dependiendo de la casa.
Nos mudábamos mucho.
Tan seguido,
que el pasto cambiaba más que yo.
Ahí, entre hojas y tierra,
buscaba el famoso trébol de cuatro hojas
del que me hablaban mis papás.
Yo, crédula,
creía que si lo encontraba,
mi suerte cambiaría.
Vista desde ahora,
mi infancia no fue tan mala,
pero la suerte nunca me encontró,
y yo tampoco a ella.
Seguí buscando,
pero jamás lo hallé.
Hoy, con 22 años,
quisiera que mi suerte dependiera
solo de encontrar una planta.
Pero hay cosas
que simplemente no están hechas para uno.
He intentado cambiar la forma
en que las cosas me siguen,
pero siguen así.
Ojalá tuviera ahora ese trébol en mi bolsillo,
lo cargaría como lo más preciado,
si pensara que vale la pena tener una vida que cuidar.
Y aun así,
sin poder elegirlo,
cargo conmigo un trébol imaginario
llamado Esperanza.
De que un día,
quizá,
mi suerte cambie.
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