Te he conocido en las anécdotas de la gente que pronuncia tu nombre entre risas.
Te he conocido en el aroma de las galletas y pasteles que les enseñaste a hacer a los demás.
Te he conocido en el brillo de los ojos de quien habla de ti mientras el sabor dulce de las masitas llena nuestros paladares y el mate nos quema un poco la lengua. Siento tu bondad aparecer entre todos ellos, me emociona lo que aprendiste cuando yo aun no era ni pensamiento ni idea, y me surge la curiosidad de saber cómo hiciste... para seguir viviendo entre ellos incluso después de desaparecer. Estás en la tertulia de mediatarde, en nuestros buenos deseos y en las lecciones de los momentos difíciles.
A veces intento seguirte el rastro, seguir el recuerdo que dejaste para encontrarte también en mí: en el olor a levadura, a muebles viejos… en el sonido lento del tango… Para hacerte saber que, sin conocerte, yo también te extraño.
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