Tras de mí.

Voy.

Mi camino es estar sin molestar, sin dejar tras de mí, por mí, algo que moleste.

Mi camino es querer a quien me quiere sin necesidad. Quererte a ti que puedes no estar conmigo, pero no quieres estar contra mí.

Mi camino es alejarme de la opinión del idiota, que no es siquiera suya, que la ha copiado a la mañana.

Es cada paso de los míos, la búsqueda de estar en calma, de hacer algo porque me parece bonito, de construir sin perseguir un premio. Sin salario que obliga.

Mi camino es no estar contigo si no quieres tú estar conmigo. No busco amigos. Ya no.

En esta senda que transito, rugosa a veces, suave otras, hay más amor del que merezco. El odio no lo contemplo. Hay monumentos muy feos.

Sí, con suelas de soledad, que me protegen de tantos daños, mi camino, para el que tengo suficiente compañía, está despejado de ambiciones, de necesidades innecesarias, del estruendo de los cántaros vacíos.

No quiero alcanzar ningún horizonte, pero quiero contemplarlos todos.

...

Hacer el agua fresca.

En este caminar hacia mí mismo, este buscarme, saberme, aprenderme, lo que encuentro, más que nada, son infinitas dudas, muchos sueños, tropiezos en piedras duras y desvelos que con el tiempo sé que nunca deberían haberme quitado el sueño.

La vida es una extraña cosa.

Hacerla es vivir, vivir es hacerla.

La vida no es algo concreto, como un botijo que tiene sus formas, su material, su color, su función. La vida se construye a cada instante y en esos cadas, todo puede cambiarse.

Sonreír en vez de mirar serio. Caminar en lugar de estarse quieto.

Ayudar y no entorpecer.

Elegimos, y eso es vivir.

No, la vida no es un botijo.