Mi primer trabajo: Un recordatorio constante para pavonearme en frente de mis amigos. Creyéndome adulta, algo que no soy, o más bien casi.
Porque me gustaría, entre los rayos del sol ser libre, amar profundamente, sentir. Y más que sentir: vivir.
Caer es duro, pero lo necesito. Tal vez como las plantas muertas necesitan ser cortadas para crecer: Semejanza inútil, inerte, patética pero necesaria.
Tal vez mi primer trabajo sea una señal divina diciéndome: «Nadie te va a comprar flores, compratelas tú sola.» Porque me llegó así, sin pedirlo, sin querer. No sé si será suerte. Tal vez sí, soy una maldita con suerte.
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