Tontos en la costa

A orillas del mar construimos nuestros sueños, empecinados en que la arena resista hasta los cuatro vientos.

A orillas del mar nuestras pieles se pelaron y una vez más te encontré dulcemente agraviado.

A orillas del océano ilusa te tomé de las manos, te permití llevarlas a mi peso y despojarme de todo en el acto.

Olvidamos entonces nuestros sueños, la piel muerta pasó a ser una con el suelo; cuidaste que tú rostro no se deshaga y yo procuré que tus manos no se vayan.