Todos tenemos "esa" tía

No te entendía, tía malvada.

Cuántas veces quise alejarme de ti, cuántas veces intenté cerrar mis oídos a tus palabras, esas que dolían como si fueran para mí. Cuántas veces deseé que no fueras mi tía. En algun momento le preguntaba a Dios, al Universo, a quien sea "¿Por qué me diste esta familia?", pensaba en mis padres o hermanos... Pero la respuesta, tía, la encontré en ti. Y es que yo me preguntaba todo el tiempo, "¿Cómo uno llega a odiar a sus hermanos?" "¿Cómo puedo deslindar esa parte de mi familia?"

Ayer te escuche cuando nos sentamos en el colectivo cuando ibamos para la casa del abuelo. Escuché sobre tus heridas. Me contaste qué te dolía y dónde. Por primera vez, te escuche.

Porque nadie podía imaginar que alguien como tú, con pensamientos tan duros, pueda tener un corazón aún más sensible. Tal vez yo era aún más dura que tú, tía.

No te justifico, pero ahora entiendo que no te entendía. No entendía que esa ilusión que tenías, cualquiera que haya sido, te hacía llorar por dentro y amargaba tu corazón.

La ceguera de la juventud me ha invadido, lo sé. Y mis primos dirían que la ahora tengo la ceguera de la bondad.

A veces soy tan dura con los demás... olvido que tienen un pasado, uno que yo aún estoy construyendo y me esta moldeando.

Ahora lo entiendo, tía.