En el marco del 8M, no queda más que cuestionar hacia dónde vamos como movimiento feminista, no solo en el sentido literal de ir a una manifestación, sino también reflexionar sobre a qué hemos llegado, cuánto falta por recorrer y qué caminos debemos repensar, descartar y construir para llegar a ello. Cuestionar la lucha desde la cotidianidad.
También es uno de los tantos momentos para nombrar a las mujeres en mi vida que me acompañan y a aquellas que, constantemente, me recuerdan que podemos hacer mucho con nuestra voz, (pre)ocupándonos por nuestra realidad y actuando con ternura, firmeza y coraje a la vez. A las mujeres que, día a día, sostienen nuestra realidad con su trabajo, el cual, en muchas ocasiones, recibe menos reconocimiento del que se merece. Y con esto, recordar que, como dice una cita que leí hace poco: "Las manos que sostienen el mundo lo pueden voltear".
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