Todos los caminos llevan a Roma

El mundo parece grande, aunque algunos dicen que da mil vueltas.

Dicen que la vida trata de experiencias, de momentos que vives y dejas atrás, esperando al próximo encuentro de un futuro inexplorado.

Aunque yo lo siento repetitivo.

Pongo todo mi empeño en buscar un camino diferente, aunque parece que todos en verdad llevan a Roma.

Ese antiguo coliseo destruido que cuenta las historias pasadas, nuevas y futuras. Con el mismo escenario.

Cada vuelta, cada enriedo.

Todo vuelve a pasar con diferentes personas.

Pero en el mismo lugar abandonado.

Pongo todo mi empeño en seguir caminando, desviando mis pisadas buscando algo que ya no haya tocado.

Pero todo vuelve, con distintas personas en el mismo túnel marcado.

Nunca llego al final, porque cuando parece que la luz brilla con más anhelo se apaga como si de una estrella fallecida se tratara.

Esa que no vemos morir hasta que su falta de luz llega a nuestro espacio.

Esa que parece seguir brillando vivaz, pero en realidad solo es el pasado.

Mi corazón resiste por su instinto luchador. Pero cuando la esperanza se pierde, se que el fin del camino está a la vuelta de la esquina.

No se si soy yo la que tiene que cambiarlo, si la verdad es solo esos en ojos de cada uno, y si los errores son solo eso cuando los ves desde otro ángulo.

No se cual es el bien, cual es el mal, cual es el trecho correcto que me permitirá llegar por fin a un lugar al que no haya llegado.

Mis piernas flaquean, cansadas de tanto tiempo caminando.

¿O se habrán cansado del peso que cargo?

Ese que va creciendo con el paso de los años.

Que solo disminuye mis pasos, y le dan otra carga a mi corazón desdichado.

Intento correr lejos del círculo vicioso en el que caí en algún momento.

Pero si uno corre asustado por el pasado, ¿como es que se da cuenta de que va hacia algún lado?