Casi triste, como una tortura a medio terminar.
No soy el de los hoteles de constitución
ni de los que una caricia les significa muy poco,
sino alguien que planifica la gloria.
¡Quiero todos los besos!
Desde los más agudos y coléricos
hasta esos que uno solo se los inventa.
Tengo apetitos inconfesables
y siempre me encuentro al acecho del amor,
hostigándolo.
Cuando sea grande
quiero verme al espejo y seguir siendo cuerpo,
entendiéndolo todavía
dependiente de mis sueños.
26 caricias y contando,
ninguna eterna,
todo muy sex appeal.
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