Todo ojo ¿le verá?
De cierto les digo que muchos de los ojos que esperan ver el retorno literal de Cristo están cegados al hecho de que en esencia, ya está entre nosotros.
En los rescatistas que todos los días sacan personas de entre los escombros de una ciudad arrasada por la guerra.
En la obstetra que realizó una cesárea a una mujer decapitada para salvar al bebé que llevaba dentro en Gaza.
En el hombre en situación de calle que muere de frío para poder abrigar a su leal compañero perruno.
En los médicos que intentan una vez más a pesar de que la lógica dicte que no tiene sentido.
En todos aquellos que dan de lo poco que tienen a quienes piden una moneda o performan música en la calle.
En los que mandan un mensaje cuando sienten que un amigo anda raro.
En aquellos que dedican su tiempo a rehabilitar a las personas y ayudarlos a salir de las adicciones.
En un pastor que se rehúsa a orar para que un país gane una guerra.
En el hombre de 90 años que fue detenido varias veces por dar de comer a personas necesitadas en Florida.
En quienes abren la puerta de su casa a todo tipo de animales magullados y les consiguen un hogar.
En los jóvenes que marchan en apoyo a los jubilados.
En quienes defienden la educación pública para que todos tengan la oportunidad de continuar accediendo a un futuro.
En los docentes rurales que enseñan a leer y escribir a niños en comunidades remotas.
En las familias que aceptan a sus hijos a pesar de que sus creencias les digan que deben despreciarlos por ser distintos.
En aquellos que eligen el amor a pesar del riesgo y la pena.
En quienes se reúnen inmediatamente para empujar el auto de un desconocido.
En los manifestantes que le obsequian una torta a un policía al enterarse de que era su cumpleaños.
En el gerente del restaurante que le da de comer a las personas en situación de calle.
En quienes donan sus tejidos para que otros tengan la oportunidad de seguir viviendo.
En todos los que logran ir contra la programación básica y generar la neuroplasticidad que requiere la empatía.
En todos los que plantan un árbol sabiendo que es posible que nunca vayan a descansar bajo su sombra.
En un mundo que constantemente intenta deshumanizarnos no hay que perder de vista esto: el primer acto de Cristo fue hacerse humano.
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