Dentro de todo el odio que me dejaste, todavía existo. Habito en este cuerpo que dejaste lleno de tus huellas y me regocijo en los pedacitos de mi corazón que tanto me costaba reunir, y que nunca pude hacerlo por completo, porque cada vez que lo intentaba, llegabas tú. Me arrebatabas la cinta adhesiva, los hilos, las agujas y las pocas cosas que aún podían prometerme reparar lo que tú ya habías destrozado.
Dentro de todo el odio que me dejaste, ya no sé si te amo, aunque ya no me odio, sigo creyendo que gran parte de mí te la llevaste tú. De todas esas veces en que amenazamos con dejarnos, finalmente te fuiste, al fin te empujé. Te dejé ir porque pensé que no valía más hacer que te quedaras, si realmente nunca quisiste hacerlo.
Me encuentro a mí mismo lamiendo las heridas frente al espejo y me pregunto qué será de ti, ¿alguna vez te has arrepentido tanto como yo de habernos encontrado?, o me pregunto si te duele que te obligara a alejarte. Me carcomen las preguntas que quisiera hacerte en voz alta porque nunca podré saber si te acontece como a mí el haberme herido tanto, aún cuando no te considero culpable del todo. Porque yo siempre tuve la libertad para decidir irme de ti, pero no lo hice. Nunca hice ni el más mínimo intento por dejarte ir hasta que, un día, me di cuenta que entre nosotros nunca hubo amor. Solo tu necedad por querer que yo te ame, tus ganas por obtener de mí lo que nadie más pudo darte y que con tanto cariño te entregué.
Nunca lo pensé tantas veces como hoy desearía haberlo hecho. Hoy que me arrepiento tanto, hoy que ya no me queda nada y solo tengo que conformarme con aceptar lo que jamás quise entender.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión