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Título de propiedad.

Dolbach

May 2, 2025

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Título de propiedad.
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Dicen de okupas.

Tres millones de años, sí, ¿pero qué es eso? Y, como si fueran mil millones. El caso es que la Humanidad sois una especie invasora del planeta que habéis dado en llamar Tierra.

Nuestra especie, los Theisetasl, es la única muy verdadera dueña de este hermoso lugar. Para nosotros Garoourin, es de nuestra propiedad, y vosotros lo ocupáis ilegalmente.

Tenemos la documentación que así lo acredita ante las autoridades. (Las autoridades están donde están y son porque son. No tenemos permiso para explicar más).

El caso es que debéis abandonar Garoourin -para vosotros la Tierra-, en los próximos quinientos lustros , si no lo hacéis, se procederá a desahuciaros, sin miramientos. Tenemos fuerzas del orden y empresas privadas especialistas en estos cometidos.

(Nota: Este aviso fue dado a los Aqueménidas, que lo sumieron en el secreto y el olvido porque pensaron que quinientos lustros era una eternidad).

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Esto que has leído es solo un ejercicio de imaginación.

Con ello, pongo sobre la mesa una cuestión fundamental:

¿Qué legitima nuestra posesión sobre el planeta y sus recursos?

Se trata de mirarnos en un espejo y ver reflejada la arbitrariedad de nuestros propios sistemas de propiedad.

Si nosotros nos consideramos dueños por nuestra capacidad de transformar, explotar o incluso simplemente habitar un territorio, ¿qué impediría que otra hipotética civilización, con argumentos similares o incluso diferentes, reclamara lo mismo?

Una simple inversión de roles nos debería obligar a cuestionar premisas que solemos dar por sentadas. ¿El "puñado de tierra" es nuestro por haber nacido en él, por haberlo trabajado, por haberlo cercado? Y el árbol, ¿de quién es su belleza, su sombra, sus frutos?

Este es un juego de espejos que pretende confrontarnos con la fragilidad de nuestras construcciones sociales y legales, y nos podría hacer reflexionar sobre la ética de la propiedad y nuestra relación con el planeta.

Lo ilógico de nuestro comportamiento se hace evidente al comprender que los delfines o las cucarachas tienen el mismo derecho sobre el planeta que nosotros -solo que nosotros hemos sabido imponernos-. Es como si hubiéramos olvidado que somos una parte de un sistema mucho más grande y complejo, y actuamos con una visión cortoplacista y egocéntrica.

¿Y las generaciones futuras? Nuestra concepción de la propiedad perpetua ignora por completo a quienes heredarán este planeta y que, presumiblemente, tendrán los mismos derechos a disfrutarlo. Es una forma de apropiación que trasciende el presente y compromete el futuro.

Actuamos "fuera de todo derecho", pues, ¿Qué derecho fundamental nos otorga la potestad de agotar recursos, contaminar ecosistemas y alterar el equilibrio del planeta como si fuera una posesión ilimitada?

Hemos de meditar nuestra responsabilidad como especie y la necesidad de reconsiderar nuestra relación con la Tierra.

La historia de la humanidad está, en gran medida, marcada por la apropiación y la justificación del poder a través de la fuerza. Incluso muchos textos religiosos han sido utilizados para legitimar el dominio sobre la naturaleza.

Es un círculo vicioso: nos creemos dueños, buscamos justificaciones para esa creencia y actuamos en consecuencia, reforzando aún más esa sensación de propiedad. Nuestro egoísmo atávico, es un motor muy potente que dificulta cualquier cambio de perspectiva radical.

Asi, la salvación de la Naturaleza no vendrá de una acción consciente y altruista por nuestra parte, sino como una consecuencia involuntaria de nuestro propio declive.

Algo similar a la extinción de los dinosaurios: Un evento catastrófico que, paradójicamente, abrió un nicho ecológico para el desarrollo de los mamíferos.

Nuestra propia catástrofe autoinducida liberará al planeta de nuestra presión, permitiendo que otras formas de vida florezcan.

Ojalá sean mejores que nosotros.

Es este un anhelo profundo. La esperanza de que la siguiente especie dominante (si es que surge alguna con esa característica) sea sin nuestros errores y desarrolle una relación más armoniosa consigo misma y con el planeta del que serán parte, no propietarios.

Quizás solo sueño.

Dolbach

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