Sentada en la cabaña, en primavera
escuché inquieta el crujir de la puerta
hice silencio y como si alguien
golpeara de repente
asomé mi cabeza y me dije
'es el eco de mí mente'
afuera hay tinieblas, nada más.
La noche se había puesto densa
con su manto de tinieblas
envolvían mi tristeza y pensé
'tal vez, haya vuelto finalmente
de su huida por demás frecuente
enfrió su cabeza en la brisa
templada, que corre de prisa
puede ser un poco de suerte, no más.'
Pero la calma me duró un instante
ya que oculta en la maleza
imperiosa y ratonera
la sentí arrastrarse, y ahonda
en la profundidad más hedionda
del miedo latente
me dije, 'un pájaro insurgente',
él ya no vuelve, jamás.
Me despertó el crujir del cristal
que rompió en tiempos pasados
mis ojos, y ensimismado
penetró el filo en el blando
órgano, que latente
lo sentí morir lentamente
y sin poder hacerle frente
recordé, de repente,
'ya no veré más'.
Mi habitación por demás estrecha
lo es más hoy, e inquieta
me paro y camino buscando
la llave de la reja
el deseo de salir me domina
me veo en mi lecho, tendida
exhalando mis últimos alientos
pienso, 'muero en agonía,
por tu culpa y nada más'.
Afuera hay un bosque, rememoro
solo en sueños me reencuentro
con esos árboles en flor
de cerezo, que en esta época,
volaban al sol sus pétalos
pero hace años que parada
bajo sus ramas, solo huelo
y en mi duelo eterno, insisto,
'su color pálido no veo,
ya no más'.
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