Tiempos de Cartas en medio de precipitaciones Digitales.

Querido ...

Como es debido, su carta me pareció fresca y aventurera. De otra forma, no estaría acudiendo a escribirle.

Verá, atravesar una mente más que curiosa como la suya —aunque dual, si alega que también es obsesiva cuando alguien captura con esmero su atención— es, cuanto menos, interesante. Más directa que las que suelo leer en libros: tenues páginas que albergan terror y psiques que despliegan un amplio aval de oscuridad.

Me presento.

Soy una mujer que le escribe al terror, a la psicología, y de tarde-noche, con frío, a la filosofía. Mis pasiones pueden ser igual de avasallantes si se captura modestamente mi atención.

Entiendo que anhela encontrar un lugar en el mundo, y me es inevitable pensar: ¿qué hay del suyo?

No hablo de su entorno inmediato. Hablo de su interior. ¿Está contento con lo que ha sembrado dentro suyo?

Lo noto curioso, audaz anecdóticamente hablando, pero al filo. Muy mental. Supongo, entonces, que esta es una presentación de su mente.

Yo quiero saber cómo presentaría a su corazón. ¿Cómo luce su emoción?

Quizá tenga un amplio matiz de sentimentalidad, aunque en lo profundo u oculto. Estoy segura de eso.

Por tanto, y para dejar de lado las ambivalencias, contestaré algunas de sus preguntas:

1. ¿Cuál ha sido la forma más estúpida en la que se ha hecho daño?

La forma más intrépida y ridícula en que me he hecho daño —aunque no convencionalmente— fue ponerle un bozal a mi habla.

Pero, ¿vio qué inseguridad estúpida, no? De nada le sirvió a mi boca, porque mi mente hizo el trabajo, y hoy soy escritora.

Aunque no sé qué clase de poeta, con precisión. La cosa va de filos: algunas veces me corto, y como era de esperarse, otras veces corto con la palabra.

2. ¿Cómo se ve dentro de 5 años?

No me veo dentro de 5 años. Me visualizo ahora.

Lo que haga en este presente hablará por mí en los siguientes años que acontezcan. ¿No?

3. ¿Tiene algún sueño incumplido?

Tengo sueños menores en mi impronta que no he llevado a cabo. No porque no quisiera, sino porque siempre he tenido una puerta entreabierta, por parte de una profesión más que dispuesta a elegirme primero.

Yo correspondí a su camino, y mediante la cosecha de frutos en estas pasiones que están hechas para mí, encontré un hogar.

4. Si pudiera ver a su yo del pasado, ¿qué le diría?

Mi yo del pasado sigue estando confabulada conmigo.

Me da letra, y yo hago de su suerte perdida un legado al que llamo destino.

Nos otorgamos compañía varias veces a la semana.

5. Cuénteme un secreto suyo

En secreto, extraño a gente que nunca va a amarme. En realidad, lo acepto.

Soy esto y nada más.

Ahora falta que mi inconsciente, o los sueños que se plasman en mi descanso, se alineen hacia otro porvenir relacional.

Que los tuve, pero el cerebro finalmente elige su estímulo favorito.

6. Hábleme de alguien a quien admire

La persona que admiro falleció hace mucho tiempo.

Hablarle a su sombra no es lo mismo que enredarme en su visión foránea del mundo.

Leerle no es lo mismo que habitar su mente en un vaivén voraz de palabrerío, frente suyo.

Ambos tenemos el corazón frío, pero el suyo ya no late por nadie.

Le digo que, de no ser esta carta insoportablemente intensa, espero su pronta respuesta.

Y por favor, no haga que sucumba eternamente en el atisbo de una espera.

Con calidez,

Milagros.

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