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THE BEGINNING OF CHAOS.

Loid

Jul 18, 2025

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THE BEGINNING OF CHAOS.
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ㅤㅤㅤㅤ카카오톡 › 조슈아

ㅤㅤ[07:32 AM] 민규: Ha habido varios casos de fiebre en el hospital.

ㅤㅤ[07:32 AM] 민규: Ten cuidado, ¿si?

ㅤㅤ[07:33 AM] 민규: Probablemente sea un virus en el aire, Hirai.

En otras circunstancias, la idea de que su mejor amigo no tuviera la razón resultaba completamente apetitosa; sin embargo, para mala suerte de ambos, no era así. Mingyu había acertado.

Lo que en un comienzo la nipona creyó que sería un día rutinario como profesora, terminó por convertirse en una catástrofe antes del mediodía. La primera alerta que ignoró fue el corte masivo de todas las comunicaciones, descartando cualquier suceso anormal al instante, ya que, a pensamiento propio, creía que se trataba de algún problema técnico local, el cual tendría arreglo en el transcurso de las horas. La segunda señal fue el peculiar, pero estruendoso, sonido de las sirenas afuera del instituto. No obstante, fue tema de algunos minutos antes de finalmente acostumbrarse al ruido, sin saber en realidad de cuál automóvil provenía dicho sonido.

“Probablemente haya sucedido un accidente automovilístico.”
Pensó.

Aunque la probabilidad era mínima, aquel lado analítico que podía caracterizarla buscaba cualquier razón lógica para los sucesos a su alrededor. Tonta de ella. Ahora estaba pagando cada una de las consecuencias por mantener su mente cerrada.

La tercera alerta, y la más decisiva de todas, fue el aviso proveniente de los parlantes del instituto. Era el subdirector, ¿qué estaba haciendo? Eran pocas las veces en las que se encargaba de detener las clases para dar un comunicado público. Ahí supo que todas las conclusiones eran erróneas; lo comprobó en el instante en que escuchó el micrófono encenderse y todos guardaron silencio. Todos, menos el latido acelerado de su corazón por cada palabra que estaba escuchando.

—Este es un anuncio para todos los alumnos. Por favor, permanezcan en su aula. Un incidente violento está sucediendo en estos momentos. Profesores… traten de mantener el orden en su clase, por f-...

Por unos segundos, el silencio se hizo presente en el aula.

—¿Qué clase de broma es esta? —escuchó hablar a una de sus alumnas cuando las palabras del subdirector cesaron. Sin embargo, tan pronto como deseó responder y acatar la petición asignada por parte de su superior, el micrófono nuevamente se encendió. No, el hombre no estaba hablando, y si fuera el caso, los gritos que se escuchaban opacaban por completo sus palabras. ¿Qué estaba pasando? Los gritos se convirtieron en súplicas de ayuda y, finalmente, en lamentos del hombre, acompañados de algunas maldiciones.

Incluso, ella misma se preguntaba si esto correspondía a una broma, aunque no tuvo la oportunidad de razonar más, ya que un nuevo grito se escuchó. Ahora no era el subdirector, era un alumno que se encontraba en el pasillo.

¿Qué estaba pasando? Otro lamento se hizo presente, y tras este, el caos comenzó a desatarse. Para su desfortuna, trabajaba con jóvenes impulsivos y cualquier suceso a su alrededor podía desencadenar una descarga de adrenalina en ellos. Quiso impedir el paso, detener el pánico por parte de sus alumnos; sin embargo, cualquier intento de crear una obstrucción entre ellos y la puerta fracasó debido a la masa que la empujaba. Tenían miedo. Ella también. Ninguna persona en sus cinco sentidos podía actuar con tranquilidad en un momento como este si los gritos eran cada vez más audibles.

Desafortunadamente, cuando dio un paso fuera del aula, todo había empeorado: alumnos corriendo por los pasillos con el uniforme ensangrentado, otros empujándose entre sí y, finalmente, un grupo buscando cualquier objeto a su alrededor para usarlo como defensa personal. Cualquier duda que tenía sobre los motivos que conllevaron a los jóvenes a actuar de esa forma se vio resuelta en el segundo en que, a lo lejos, pudo divisar al causante de esta catástrofe.

—¿Qué demonios? —exclamó cuando vio una silueta ensangrentada corriendo en su dirección.

¿Acaso era una persona? No. Ningún hombre tendría la fuerza necesaria para arrancar gran parte del cuello de una persona con una mordida.

Por unos segundos, quedó perpleja; sus piernas temblaban y sus ojos no podían creer la escena que estaba presenciando en ese momento. ¿Se trataba de un mal sueño? No, aunque ese escenario se parecía bastante a los videojuegos que acostumbraba jugar con Mingyu y el resto de sus amigos en su pubertad, o incluso las películas que veían en los maratones que hacían en la casa de alguno de ellos.

Entonces, lo recordó.
Estaba en el hospital.

"Ha habido varios casos de fiebre en el hospital… ten cuidado, ¿sí?"
Mierda. ¿Será consciente de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor? Si es así, estaba corriendo un riesgo al encontrarse ahí.

—¡Momo! —fue la voz de un hombre la que la trajo de vuelta a la realidad. Jiho. Su novio. Sin darse cuenta, comenzó a correr en dirección a él.

No había tiempo para detenerse a hablar con Jiho. Tan pronto como llegó a su lado, lo sujetó de la mano y, sin dudarlo, comenzó a correr con él hacia una salida de emergencia del instituto.

—No sé qué está pasando, pero tenemos que llegar al hospital. Mingyu nos ayudará —habló, encontrándose bastante agitada a causa del trayecto que ambos habían recorrido.

Salir del instituto fue complicado, en especial al momento de esquivar a lo que minutos atrás consideraba como el alumnado del plantel y, ahora, se encargaba de perseguir a cada una de las personas que trataban de huir. Independientemente de que una de las afinidades en la vida de Momo fue el baile, jamás se consideró excelente en los deportes. No tenía la mejor condición física, ya que, al trabajar como profesora, el sedentarismo fue algo que adquirió en los últimos años.

—Mingyu…

Tenía que llegar a donde estaba el menor, decirle que aquella fiebre no era más que un virus y que su vida corría peligro al estar en el hospital. Pero, ¿cómo llegar a él si ni siquiera podía encontrar su automóvil? ¿Cuántos kilómetros había de distancia entre el instituto y el hospital? ¿Cinco? ¿Diez?

—No podemos llegar a nuestro automóvil, tendremos que correr al hospital —sentenció, obteniendo como respuesta un simple asentimiento de su novio.

Si estar dentro del instituto era un completo caos, el exterior era una pesadilla. El estruendo de los cláxones de los automóviles, los gritos de las personas, los choques y el sonido de cristales rotos formaban un desastre en el que no sabía dónde estaba el inicio, y mucho menos la "meta" de su destino.

Sin embargo, su único pensamiento en estos momentos era su mejor amigo y cómo podía llegar a él lo antes posible para salvarlo.

Loid

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