Duele tu naturaleza perfeccionista y notar con mas facilidad tus defectos.
Duele darte cuenta de la soledad que te ha acompañado aun estando rodeada de personas.
Duele saber que te perdiste a ti misma y ni siquiera te diste cuenta en que momento.
Duelen las que tu creías cicatrices pero en realidad eran heridas a medias, porque realmente nunca enfrentaste aquello que te lastimó.
Pero la satisfacción de la victoria, después de luchar y darte cuenta que ese dolor ya no es parte de ti, es por mucho de las mejores sensaciones del mundo. La sanación. La cual ha llegado a sonreírte y hacerte saber que lograste alcanzar su mano cuando por mucho tiempo la veías tan distante de la tuya.
Ahora sigue trabajando en ti, en tu felicidad, en amarte y enseñar a otros a amarte así como eres y si no sucede, sigue adelante, sigue siendo tu misma porque nadie mas es como tú, nadie aporta lo que tu tienes para dar. Recuerda cada día lo valiente que fuiste por atreverte a querer ser mejor para ti y a la vez encontrar la mejor versión de ti para las personas a quienes amas.
Te toca disfrutar con todo lo que has aprendido, con la nueva visión de la vida que te has ganado, porque realmente nadie te la regaló. Te costó lagrimas, noches sin dormir, miedo, días tristes y pensamientos de autosabotaje. Ve y sé feliz con lo que tienes.
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