Tengo que dejar ir a mi perro.

Tengo que dejar ir a mi perro

Hoy, hay algo que te está restando las horas, las ganas, la fuerza y la alegría.

Quiero desprenderme esta decisión y gritar que todavía no estoy preparado.

Tengo que dejar ir a mi perro, así, después de un año, como si fuera algo de todos los días. Tengo que dejar ir a mi perro y de eso no me puedo escapar.

A ella le duele vivir, fueron días eternos, yo la cuido, con caricias y le digo que todo va a estar bien que aguante un poco más, mientras me mira con sus ojos perdidos.

Pienso si en estos momentos recordará todo eso vivido en todo este año, los días de sol, la lluvia y la tierra bañandola con cada juego.

Y a ella le duele vivir, con su cabeza entre mis piernas, ambos dos artos de los sacudones de vaya a saber quien que.

Y no emite sonido, pero puedo ver por su expresión que duele.

Quizás duele pensar que habrán más noches de cuidar el hogar, tampoco juegos con sus demás compañeros de casa o dormir acurrucados en la cama que mamá les comparte.

Apenas respira, su vida se había ido hace horas, pero su corazón queria seguir un rato más, quizás anhelando esos días que no van a venir o esos que ya no van a volver. Sus ojos casi sin mirarme se entrecierran por última vez. Ni sospecha en su corazón que yo ya la deje ir.

Mientras acostados esperábamos el final de esta historia, me preguntaba porque será que llego hasta acá, quizás para que de una buena vez, me decida a tener un hijo de cuatro patas y dejar de esperar estar listo.

Esta última noche, mientras la abrazaba, me di cuenta que la vida va por ahí, que no importa cuantas veces haya llorado, siempre me terminan sacando una sonrisa los momentos de risa que nos regaló.

Pero bueno mi reina, hasta acá llego nuestro camino, ya no habrá más llegadas donde me esperes con tu curvatura de lado a lado esperando un beso y un abrazo. Ni tampoco ese desorden y tus dientes marcando el fin de los objetos inanimados que vagan por la casa.

Tuyas serán para siempre, las noches de nostalgia y los ojos de quienes te criamos. Y aunque pueda ser un cobarde, me rehuso a usar ese artilugio después de verte pelear cada minuto por vivir un segundo más.

Fue hermoso verte vivir...