Tenerte.

Cerca del final, tenerte ha sido un comienzo.

Como dije antes, huía. He corrido toda mi vida —incluso siendo maratonista— y contigo, el correr se ha vuelto más un hobby que un hábito casual. Pensé estar destinada a fracasar en el amor, a ocultarme para siempre de todas esas propuestas indecentes, porque no pertenecía a ninguna. Pensé que jamás volvería a detenerme y pensar en el querer, en el sentir. Para mí, huir de todo era mi gran solución.

Hasta tenerte.

Tenerte me ha otorgado pasión, auténtica y desenfrenada.

La dicha de poder abrazarte y tocar tu pecho, sentir tu corazón y tenerlo entre mis manos.

Tenerte, le ha dado una caricia a mi alma, me ha brindado un bienestar que no solía conocer.

Tenerte ha sido mi primera vez, en mucho tiempo, donde sé qué es el querer.

Tenerte y escuchar tu respiración, tenerte y dormir a tu lado, acariciar tu cabello, abrazar tus miedos.

Tenerte me ha hecho querernos, mutuamente.

Me ha hecho un bien, tenernos, tenerte.

Qué dicha tenerte, amor...