Te veo pasar por la acera del frente, con un café en la mano, a paso lento, tal vez de prisa y sin pausa o tal vez simplemente no vas. Tus jeans desgastados, celestes y rotos, por moda tal vez, algo flojos, no muy ajustados.
Te veo pasar tan cerca, que el aroma de tu perfume invade mi mente, me lleva al pasado cuando estabas de frente. Con tu sonrisa tan leve, con tu piel tan radiante. ¿Qué fue de aquellos niños que nunca se vieron?
No tienes anillo, ¿Aún estás sola? Tal vez en mi búsqueda... Imagino un encuentro, dos sonrisas, dos recuerdos, un solo sentimiento en dos corazones. Un par de manos, un solo abrazo. Un solo instante que se hace nuestro eterno.
Te veo pasar cerca, tan cerca que ya noto que no eres la misma. Sin alhajas ni tesoros, nada que parezca de oro, una falda hasta las rodillas, que se te ve de maravilla. Un escote en tu blusa, mostrando tus pechos de musa.
No eres la misma de antes, a la que por años quise besar, mi amor expresarte. ¿Recuerdas los chistes, que de la risa no podías pararte...? Hemos cambiado, dudas no hay.
Ya no soy el mismo tampoco, más pliegues pero el mismo rostro, algo de barba y cabellos canosos, paso lento, nunca nervioso, soñador e irreverente, muy educado, eso sí, con la gente. Sin anillo ni tesoro, pensando en ti con el corazón roto.
Te veo pasar y con temor mi silencio me tiene. Dudo, dónde te veo, dudo. ¿Cuántas serás tú? ¿Cuántos seré yo?
Eres un recuerdo del amor puro cuando te ví pasar.
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