Te preguntaría

Te preguntaría qué pasó, pero perturbaría mi respeto una vez más. Deseé tanto que se volvió humo, invertí tanta imaginación que se me hizo imposible materializar la obra.

Ya no sé si es absoluto masoquismo o tal vez me resulta divertido disolverme en lágrimas cada noche. Ya no sé a qué santo prenderle vela, a qué deidad dejarle ofrenda o en qué objeto centrar mi energía.

No percibo más nada y carnalmente se siente como si la brisa dejara de soplar. Introspectivamente hablando, es mucho más extenso y de ninguna manera se deposita solo en vos; reconocí la génesis de este enigma mucho tiempo atrás, la cuestión es resolver el problema.

Es delirante ya, es delirante estar acá. Es delirante explicarlo y ya me da vergüenza exteriorizarlo. Es impensable afirmar que sigo acá, pero por mucho que me autoflagele e intente convencerme de que lo suelte, la idea me sigue pareciendo tentadora.

Mi fibra muscular se erosionó por el esfuerzo y por el transcurso del tiempo, o fue quizás la tensión que ejercí en un intento de aferrarme, o se trata tal vez de una obvia respuesta a la perpetua expulsión de aliento que emito en cada palabra que suelto día a día, buscando en algún rincón de la realidad que me rodea aquello que culmine por fin con mi maldición.

Quiero entender si mi afán de saber el porqué es molesto o si solo lo ejecuto de forma errada. Ya no hay abecedario ni señas, no hay lengua o lenguaje, no hay signos ni significantes que me alcancen, y la sola idea de quedarme corta de expresiones me resulta aún más inquietante.

No sé por qué las cosas no me llenan si siempre estuve en concordancia con todo. No sé por qué lo sigo esperando si es obvio que no depende de mí. No sé por qué insisto tanto en algo ya perdido. No sé por qué le busco un sentido a todo esto. No sé por qué le otorgo tanto valor. No sé si mi accionar es digno de cualquier arcaico amante desterrado del mundo o si simplemente soy absurda; se me percibe como tal y no logro concretar ninguna seriedad.