Vuelvo.
A todo lo que me da abrigo.
A los brazos de mi madre,
a la cama
cuando ya no puedo fingir.
Vuelvo.
Porque volver
no es de cobardes.
Es de los que saben
que no hay otra.
Vuelvo.
Camino hacia atrás
para tararear con mi abuela
aquellas canciones.
Corro por la plaza
donde crecí.
Toco la madera
que una vez me sostuvo.
Y agradezco.
Agradezco poder volver.
Poder amar.
Y agradezco de nuevo.
Volver
es repetir lo vivido.
Es aprender a decir
otra vez.
Vuelvo a esa puerta marrón
esperando que vuelvas.
Y vuelvo.
Y volveré.
Cuando esté triste,
volveré a los brazos de mi madre.
Cuando necesite un consejo,
escucharé las voces de mis amigas.
Y cuando quiera que vuelvas,
volveré a tus cartas
que aún me dicen:
“déjame la puerta abierta
que ya vuelvo”.
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