Extraño verte.
Te busco en las sombras,
en cada rincón de la noche,
como si tu rostro pudiera aparecer entre las estrellas.
Tu nariz, llena de pequitas,
es como un mapa celeste que me guía.
Esas manchas, casi tímidas,
son fragmentos de sol,
como si el universo te hubiera besado con fuego
y se hubiera arrepentido,
dejando un rastro del cosmos sobre tu piel.
Tus ojos,
negros como la noche misma,
pero llenos de calma,
ofrecen refugio en el caos.
Son dos faros que me iluminan.
Y esa sonrisa,
tímida, traviesa,
como una noche de verano,
sutilmente dorada como la miel,
me envuelve y me deja sin palabras.
Ahora que no estás,
todo se volvió más frío.
Las estrellas ya no brillan,
el cielo parece rehusarse a encenderse sin vos.
Te busco en cada reflejo,
en cada sombra que parece llevar tu rastro.
Y aunque me duele tu ausencia,
sé que de alguna manera,
lo que guardo de vos sigue acá, conmigo.
Y te espero.
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