Notas — 02:47 a.m.
Extraño tus ojos, mirándome solo a mí, como si no existiera otra Venus en todo tu universo.
Extraño tu boca, no solo por la forma en que acariciaba mis labios, sino por ese sonido suave que salía de ella cuando susurrabas mi nombre.
Extraño tu rostro, cuando lo acariciaba solo para asegurarme de que eras real.
Extraño tus brazos, esos que parecían fuertes y seguros cada vez que me rodeaban la cintura.
Extraño tu pecho, aquel lugar donde recostaba la cabeza y el sonido de tus latidos me tranquilizaba.
Latidos que, por un tiempo, sentí que me pertenecían.
Extraño.
Te extraño.
Extraño.
Extraño.
Te a...
No pude terminar.
Esa palabra no te la merecés.
Estoy acá, escribiendo estas líneas gracias al vino tinto que tomé obligada.
Odio el vino tinto. Odio llorar. Odio estar gastando mis horas de sueño en alguien que ni piensa en mí. Nunca me escuchaste, así que, ¿para qué? Esto tampoco te interesaría.
Estoy cansada.
Notas — 03:01 a.m.
Extraño... eso es lo que sos ahora: un extraño.
Un extraño que conocí una noche junto al vino blanco.
Puro como la luna, pero amargo como el vino tinto.
Sos solo eso: un extraño.
Extraño.
Extraño ser la chica que era antes de conocerte.
Eso es lo único que, de verdad, extraño.
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