Te amo, aunque mi nombre nunca cruce tu pensamiento
aunque mis pasos no resuenen en tus caminos.
Te amo desde este rincón donde nadie mira,
donde solo habita el eco de tu sombra.
No sabes cuánto he amado cada grieta en tu voz,
cada temblor en tus manos,
cada imperfección que para mí
es más sagrada que cualquier belleza inventada.
Tu ausencia pesa más que todos los inviernos,
y tu distancia arde más que cualquier despedida.
No estoy hecho para ti, lo sé...
Soy apenas un susurro en tu gran historia,
un pasajero que jamás tuvo un boleto.
Y sin embargo, aquí estoy,
amándote en cada noche que muere,
amándote cuando mi pecho se hunde
en el vacío de no tenerte.
Quizá el destino te lleve hacia brazos más dignos,
quizá encuentres amores que te prometan el cielo,
y yo, mientras tanto, seré solo esto:
una voz rota que pronuncia tu nombre
hasta desgarrarse en el viento.
Amarte, aún sin tenerte,
es el dolor más dulce que he elegido.
Y aunque mi amor se pierda en el olvido,
yo seguiré amándote...
hasta que el olvido también me olvide a mí.
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