Tata.

Nueve años han pasado, nueve años desde que perdí una parte de mi alma. Recuerdo las veces que reíamos juntos frente al televisor, viendo dibujos, donde me mostrabas tus personajes favoritos.

Las siestas en las que me cantabas canciones antes de dormir, siguen presentes en mi memoria, porque cada una de ellas me recuerda a vos. Las tardes, la hora de la merienda que me preparabas, chocolada con pan, me llenabas el alma.

Vivo en la nostalgia, vivo de la nostalgia de cuando estabas aquí, en este mundo, en mi mundo. Si recordarte significa sufrir toda la vida, puedo aguantarlo, pero tu memoria y amor van a seguir presentes.

Ya no recuerdo tu voz, ni tu risa, pero estoy segura de que son las más perfectas de este mundo. Cada vez que te recuerdo, vuelvo a tener siete años, vuelvo a tu lado.

Te extraño todos los días, tata.