Sé que mis palabras te rondan en la mente y me extrañas en cualquier momento del día.
No sé qué extrañes más, tal vez sean las noches en las que le susurrabamos a las estrellas o las tardes en las que te besaba.
Pasan los meses y aún piensas en mí.
Pero, ¿por qué?
No soportabas que los fantasmas de tu pasado se aparecieran cada vez que yo cuidaba tu tristeza.
Las lágrimas de enojo te ahogaban y la impotencia te consumía hasta que una tarde de verano te ensuciaste las manos con mi sangre.
Me arrancaste el corazón del pecho porque un viejo amor te lastimó.
Y los meses se convierten en años y sigues llorando mi pérdida, pero es tiempo en el que ni siquiera me has llevado flores.
Porque solo me lloras cuando alguien te ha roto el corazón.
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