tabaco barato

No te especifiqué la hora pero llegaste en el minuto justo en el que estaba lista. Pasaban cuatro minutos de las 22:30 de una noche hipotérmica que se coronó con tres grados. Me pasaste el pucho, comprás la marca de tabaco más fea que probé.

Cinco meses atrás compré el clásico tabaco de la marca Las Hojas. Lamenté una semana mi compra y fumé con la rapidez de quien quiere despachar una mala decisión. Anoche me convidaste el pucho y vi esa marca, te dije:

-Es una mierda ese tabaco, tenés que probar el Cerrito de vainilla, es más suave.

Yo tenía tabaco, pero el frío me hacía tiritar y nunca tuve buena motricidad fina. Me compartiste el pucho con la certeza de que te lo iba a agarrar comiéndome mis palabras por el vicio.

No sé si es porque en el frío el humo da calor, pero esta vez no me pareció tan malo el tabaco. Le di cuatro o cinco pitadas y te lo pasé:

-Está rico.

Llegué a casa y en esos tres minutos donde me desvestí y me calcé la térmica para evitar perder más grados de temperatura corporal me cuestioné: no tiene sentido que me haya gustado ese tabaco. Lo probé y lo odié toda una semana, siete días pasé puteando a diestra y siniestra al creador de Las Hojas y a mi compañera de la facultad que me lo recomendó hace cinco meses atrás.

Pero me gustó. (El tabaco también me gustó).