mobile isologo
buscar...

Sustancia

David Cé

Oct 7, 2024

88
Sustancia
Nuevo concurso literario en quaderno




Va a leer Sebastián, dijo y abrió la lata de cerveza con la que estaba jugando desde hace rato, como si hubiese hecho fuerza para no tomarla. El sonido de la chapita empujando hacia abajo el aluminio.


—”Y al despertarse, la reina dió a luz un hijo que lo tendría todo…”


La clase entera estaba en silencio. No era el silencio en el que todos cierran la boca y prestan la oreja atentos, sino del tipo que es, forzosamente, una vacía ausencia del ruido. 

Incluso cuando le daba tragos a la lata de cerveza, Claudio no despegaba su vista de Sebastián, como un puma con la presa en cada ojo. 


—”Entonces Arturo supo que no sería el final, que todo lo que había vivido era el comienzo.” —Culminó el cuento.

—¿Vos te das cuenta de la mierda que escribiste? —Dijo con los ojos clavados, el ceño fruncido de bronca.


Sebastián abrió la boca en un intento por decir algo. Nada dijo.


—¿Qué les pareció el cuento de Sebastián? —Algunos miraban al frente, otros con los ojos fijos en el piso— No sean tímidos que no es su primera clase. —Largó un soplo casi burlón— Lleva casi diez años viniendo ¿no es cierto? —Aludió a su alumno con la mirada.

Sebastián hizo un sí con la cabeza, acto seguido lanzó un eructo. Después otro, y otro, una seguidilla de eructos que no iban a parar hasta que la atención se desplazase sobre alguien más. La vergüenza lo consumió, y terminó por agachar su cabeza al mismo tiempo que llevaba la mano a su boca, intentando tapar el sonido que salía de ella.


Claudio era tajante y frío, cada sentencia que daba parecía haber sido pensada como si el texto hubiera estado en sus manos desde hace dos semanas. A medida que hablaba el alcohol bajaba, e incitaba a los demás a hacer lo mismo con las cervezas que habían comprado antes de entrar a la clase. Vamos, que no hay mejor combustible, decía y las palabras se le iban estirando cada vez más, como si las sacara manualmente de su boca y las amasara sobre la mesa de algarrobo alrededor de la cual se encontraba reunida la clase.


—Te voy a hacer una pregunta. —El alumno eructó— ¿¡Podés dejar de eructar, flaco!? —Sebastián volvió a eructar dos veces, la segunda fue más prolongada, un eco de inseguridad que se ensanchaba.— Bien, veo que ni eso. Mi pregunta es: Si tu historia cambiara el escenario, si tu personaje, este rey príncipe, lo que sea, fuera no sé, el hijo de un empresario ¿el cuento seguiría funcionando?

Los ojos de Sebastián se fueron abriendo de a poco hasta que casi no quedaron párpados. Era una cara triste con dos circunferencias blancas que parecían haber visto un atisbo de esperanza en la pregunta.

Consiguió frenar sus eructos para contestar:


—Sí… Claro, claro que sí —La seguridad iba creciendo— Mi intención era perfeccionarlo a tal punto que pudiera usarse hasta como una plantilla, una especie de prefabricada… ¿no? —Su rostro no era el mismo, ahora hablaba con firmeza aunque no la suficiente como para mirarlo a los ojos— Creo que el cuento funcionaría bien en cualquier escenario. 

 

—Que interesante lo que decís… ¡LAS COSAS QUE HAY QUE ESCUCHAR! —Empezó— Tu cuento se adapta a cualquier escenario porque es una cagada, le falta de todo y le sobra todo. Los personajes son insípidos, las emociones no se ven, no están ¡NO EXISTEN! —Dijo y revoleó los brazos hacia los costados, golpeando la tercera o cuarta birra abierta, estaba a media tomar y se volcó en la mesa, enchastrando la copia del cuento de Sebastián. El líquido corrió a lo largo de la mesa— Esta cagada… mirá lo que me hacés hacer… tu cuento es… no tiene combustible, ¡se adapta a cualquier cosa porque no tiene sustancia! —Eructó y se dió un golpecito en el pecho, cuando amagó el segundo eructo una cantidad brusca de vómito salió disparada, salpicando hacia los costados.


Pedacitos de lo que había comido al mediodía se asomaban en esa mezcla de colores verdosos, pero lo más fuerte era el olor ácido y nauseabundo del alcohol añejo. Tomatelas de mi taller, flaco. Se limpió la comisuras de los labios con la mano, ¿Quién quiere leer?


David Cé

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión