Recojo esa lapicera del suelo sucio, lleno de pelusas, de comida, pasos, bebidas refrescantes tiradas por el suelo, ese de donde viene mi sabiduría, mi sabiduría veiene de esta tierra.
Tierra, suelo, suelo, consuelo que sostenga estos pasos, estas pelusas, estas papitas de pancho volcadas, estas lágrimas, estas puteadas, estas pisotadas.
Cuidado, porque ahora, de verdad considero ponerme a mí en un lugar que no sabía que podia ocupar, que reconozco me cuesta consuelar (del sustantivo suelo más el prefijo -con).
-- Ella te amaba.
-- ¿Te lo dijo?
-- De lo único que hablaba era de matarte.
Y entre esa batalla, fuego, flechas, caos ¿cómo surgió el orden? ¿cómo la probabilidad de los dados, 1/6 jugó para que puedas sujetarla entre tus brazos muriendo, pero que vos no mueras con ella? ¿cómo? Le prometiste no dejarla sola en este mundo, ¿lo cumpliste? No, la dejaste.
¿Cuándo se termina el batalleo? ¿Dónde? ¿En qué parte?
Y allí, yaciendo muerto (muriendo más bien) entre tus brazos y entre el caos abrasador que rodeaba la escena, que los rodeaba pero no apretaba, ahí te diste cuenta que no rendirías supuesta pleistecía a ese monstruo denominado como el conjunto de elementos, saberes, costumbres y ese todo complejo. No porque no quisieras porque, en efecto, sí lo quisite (ponele), sino porque no era algo humanamente posible.
Nos quieren tristes, nos quieres esclavos, nos quieren tristes, esclavos no pensantes, nos quieren tristes, esclavos, no pensantes consumidores de rectángulos azules. ¿ Para qué? ¿Para que cuando rindas plesitecía a ese complejo de valores, moral y data se te muera ella en tus brazos y vos te quedes sin ese complejo de hábitos, conocimiento, sentires y haceres?
Entiendo el por qué de la entrega, entiendo el por qué de la existencia de D10s, de 10 dioses, de 1/6, de 14 si se quiere. Porque no hay ser más contradictorio, impotente, irracional, sensible y tonto que dios y ¿por qué? porque éste es hombre, no cualquier hombre ¡Ese hombre! Es humana, es persona, es animal. ¡La pucha con el hombre! Ni a su propio invento, ni a su propio dios puede definirle bien lo que termine por proyectarse en sí mismo, su propia divinidad. Sordidamente, mente, mente sórdida que te volviste ¿qué te ha sucedido?
No entiendo como volvías deseando lo peor, aullando lamentos, dirigiéndote hacia tu propia casa. No lo entiendo, no lo recuerdo, como cuando me agrran niveles extremos de ansiedad que tampoco recuerdo lo que pensaba, o hacía o sentía cuando estaba "normal". No sé si perdonarte u olvidarte, no sé si enojarme o luego consuelarte (del verbo suelo). Entrando a tu propia casa, pobre. Está bien, eso te movilizó, te hizo aprender lo valiosa que era esa casa, esa paz, esa habitación, ese espacio, ese cuaderno, esas personas, ese baño, ese perfume, ese comer en tu propio hogar.
No sé por qué me acstumbré a tratarte mal, a hablarte mal, cual bestia horrorosa sin cultura. Supongo que para "hacer sentir mejor" a otras partes de ese monstruo que se creen más civilizadas.
Rompamos el conocimiento, hagamos retorcer a los autores, hagamos que el destino nos decepcione de antemano así podemos disfrutar el viaje, hagamos que comer una hamburguesa, sea comer una hamburguesa y que no sea adivinar, dejar pasar, justificar si se ama o no, si me la quiere chupar o no.
Rendirás supersticiosa pleistecía a ese monstruo, porque esa bestia, ese complejo, sos vos nomás.

Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión