Se acabó el Noviembre en Cuenca.
Horas quedan, bien es verdad.
Azul el cielo. Entra el día y el sol casi no puede con lo que ha dejado la noche.
Unas pocas horas de luz que suavizan el mal oraje.
Noviembre:
Undécimo y penúltimo mes del año en el calendario gregoriano. Su nombre deriva de novem (‘nueve’ en latín), por haber sido el noveno mes del calendario romano. Retuvo su nombre «noveno» incluso cuando al año se le agregaron otros meses.
En Japón y algunos países de Oriente se le llama el Mes de la Calidad.
De acuerdo con una tradición, la piedra de noviembre es el citrino y el topacio, y su flor, el crisantemo.
(Mañana, si todo va como siempre, Diciembre).
Enrevesado el sendero.
En el recorrido, como si fuera la vida un camino con infinitos desvíos, me he encontrado con muchas personas y muchas se han encontrado conmigo.
¿Y qué queda?
Del principio, aquel piso seco y pedregoso, algún familiar. De los primeros amigos, los de la escuela, ninguno que pueda considerar como tal. De la adolescencia algún suspiro que resuena fantasmal y, de esas cercanías, un eterno compañero de muchas aventuras que aunque anda algo lejos o soy yo el alejado, siempre está y estará siempre.
Puedo rebuscar y agrandar generoso el concepto amistoso y me sale en la cuenta una decena, pero en realidad uno anda solo porque hay pocas compañías buenas.
No es decir de los demás pues entiendo que yo no soy tampoco para nadie, es tan solo comprender lo difícil, lo extraordinario de encontrar a alguien.
Ella, excepción gloriosa, mantiene los brotes de optimismo.
La vida y sus achaques.
Pocos o ninguno.
Enterado por una secreta información de que en aquellas montañas, entre riscos feroces, aislado, escondido del mundo, apartado de toda evidencia humana, vivía la persona más sabia, la más docta, la más ecuánime, la más culta, la más buena y sensata, me fui a buscarla.
Ella había dedicado su vida a estudiar y comprender a la Humanidad: individual hombre y mujer y colectiva sociedad en sus múltiples y diversos modos.
Largos años de trabajo y dedicación. Concienzudo esfuerzo.
Cuando por fin encontré su refugio:
-¿Qué puedes decirme, por qué te has apartado del Mundo, de las personas?
-La gente es imbécil.
Y yo me busqué otra cueva.
Ea.
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