Estábamos con los de siempre de la familia: mamá, abuela, hermano, tía, tío, primos, sentados en una mesa con varios platos y vasos, por comer un asado recién salido de la parrilla, en un cementerio, estábamos detrás de unos mausoleos, donde el suelo era de tierra y habían varias lapidas viejas y de diferentes tamaños, varias con floreros secos y otras muy bonitas y cuidadas. Era de tarde, y a unos 30 metros terminaba el cementerio con una laguna grande.
Había bastante sombra por los sauces que estaban esparcidos arbitrariamente. A unos pocos metros había un foso con una mesa de cemento por arriba. Nos parecía raro que estuviese eso ahí y era peculiar que a los costados de la “punta” de la mesa sobrara bastante foso. Se veía profundo.
Empezamos a comer y se empieza a reunir gente con cuencos grandes en los brazos, todos muy tristes y mirando al suelo, mientras otro detrás traía alzado a un niño desnudo de aproximadamente 12 años, desorientado, los ojos miraban pero al vacío, se revoleaban y no enfocaban nada.
Lo recuestan en la mesa de cemento y mi familia y yo nos empezamos a levantar de los asientos asustados por ver a un niño desnudo rodeado de gente.
Un hombre sacó un hacha y lo que menos queríamos ver, que sabíamos que pasaba en algunos lugares por la gran pobreza que se vivía en Argentina… comenzaron a despostar al niño.
Lo que no servía, como los dedos del pie, los tiraban al foso y a continuación tiraban cenizas prendidas para que fueran ardiendo y asumo, para que no se pudra nada. Los pedazos se iban repartiendo entre la gente que no miraba el hecho horroroso.
El disgusto, por la imagen de ver eso, el olor, me provocaron náuseas, no podía creer lo que estaba viendo, estaba sudando, empecé a sentir mareos.
Algo que para nosotros era conocido, pero solo por noticias, en lugares extremadamente pobres, ahora estaba sucediendo al lado nuestro.
Al cabo de un rato el hombre que despostaba no pudo continuar y se fue corriendo, probablemente a vomitar o llorar, así que mi madre hizo de tripa corazón y terminó de despostar lo que quedaba del niño que, a pesar de solo quedar su caja torácica, brazos, cabeza y cuello, estaba con vida. Era la parte más difícil ya que había que romper el esternón para repartir las costillas.
Al finalizar, la cabeza se tiró al foso junto con las cenizas. Los que se repartían los trozos lloraban mientras se alejaban sin despegar los ojos del suelo.
Mi familia y yo estábamos horrorizados por el hecho.
Me acerco a mi mamá, quien estaba mirando hacia la mesa dándome la espalda, para preguntarle ¿Por qué hizo eso? Me responde mientras se limpiaba las manos cuan carnicero con un repasador -Porque no tienen nada que comer y tienen que alimentar a sus familias. -
Al acercarme a hablarle me invadió el olor a sangre y no pude contener las náuseas. Se dio media vuelta para verme y tenía su cara salpicada con sangre, y los labios fruncidos. Solo pudo subir los hombros dándome a entender que no había otra. Me desperté.
Sentí desespero y angustia. Estaba respirando fuerte. Pude volver a dormir.
RoRo
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecito
Ro
Un poco de esto y aquello que sale de una cabeza que nació para contar historias. Son mis sueños, los recuerdo con bastante detalle así que, qué mejor que compartirlo.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión