Suelta

No me queda otra
que escribirle un poema
a la chispa entre mis ojos y tus pecas,
a que de repente te me pongas tan cerca,
a cómo el estómago se me dio vuelta
(pero no así como pensás vos,
sino de una linda manera).

No me queda otra
que poner las cartas sobre la mesa:
jugármela en serio, piropearte en la cena,
invitarte una noche cualquiera,
salir de mi zona, encontrar esos mientras
e ignorar la cobardía tan intensa.

Porque no quiero ser "tierna",
quiero que pongas tus manos en mis caderas
y las sientas calientes.
Si escuchaste a Chappell o a Clairo
seguro podrás entenderme.

Porque no quiero ser "linda",
quiero que muerdas tus labios,
quiero que mueras de ganas de verme.
Y que me encuentres en sueños
y que después me los cuentes.

No me queda otra
que comprar todas esas herramientas
para que surja la magia, para no andar a tientas.
Quisiera
escuchar
tu suspiro
en mi oreja.
No me queda otra
que cambiar mis maneras.
Vos sabés
que podrías pedirme
lo que quisieras.
No me queda otra
que dejar de esconderme en mis letras.

"No soy tímida ni a palos":
vos sabés que si me pedís yo bailo
en medio de la vereda.
Ah, pero si me mirás
así tan fijo
así tan cerca
me olvido de mi nombre
y del tuyo
y de la fecha,
pero no hay forma de frenar esta lengua
que habla y no te besa,
¿¿¡POR QUÉ HABLA TANTO
Y NO TE BESA!??

En fin, no me queda otra
que mandarte este poema.
Vergüenza nunca tuve,
y la plata siempre se encuentra.

En fin, no me queda otra
que dejar de escribir tantos poemas.
En el pasado me contuve,
pero este año ya estoy suelta.