Su fantasía no era una noche de arrebatada pasión. No lo era. No eran brazos, no era cama.
Aunque solo eso era lo que vendían en las tiendas. Escaparates y vitrinas llenas al colmo.
Su fantasía no era el gemido. No era la tormenta.
Y sin embargo lo era.
Su fantasía no era el horizonte de donde encontró respuestas en algún momento de su vida, en la playa tranquila de sus despilfarros.
Su fantasía no era ver la hoguera y lanzarse.
Y sin embargo lo era.
Su fantasía no era la noche, no era el día. Era el fuego sin la llama, era la queda espera, y la llegada constante, era el enamorarse como antes, frente a una iglesia del pastor de la comunidad alegre y sonreír sabiendo que nadie sabía.
Su fantasía no era la casa grande con puertas y ventanas donde todo mundo había nacido. Eran las paredes que exhudaban certeza, era el piso ruidoso que amortiguaba la caída. Era lo que era, era esa la fantasía.
Su confusa fantasía no tenía sonrisas, porque ya todos tenían de esas, y ella las regalaba a diario. Se esperaba de ella que lo hiciera, y la sorpresa era para todos que en realidad sus sonrisas no eran producidas en masa, sino que eran hechas a mano.
Que en realidad no lo eran.
Su fantasía no era ser reina. Ese puesto ya había sido ocupado.
Su fantasía no era una batalla campal.
Era más bien una calma. Compañía nada más. Ruido que le diera sentido al eco. Un golpe que correspondiera.
Su fantasía era dejar de mirar a la distancia para ver cosas, en lugar de ojos.
y que la estuvieran mirando a ella.

Beatriz Núñez Alpízar
No Me Perdono No Ser Perfecta -- Una escritora cualquiera entre muchos, obviamente tengo un dolor en el corazón en este momento y por eso escribo intentos de poesía.
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