Describir su belleza era tirarle piedras a la luna, nunca alcanzaría a abarcar todo de ella, las palabras se quedarían demasiado cortas en el intento. Es inusual, fuera de lo normal, ni siquiera de este mundo.
La diosa Venus misma le envidiaría, no tengo la menor duda. Es tan grande que yo me perdía en su mirada, sin mucho qué decir. Solo admirando tal plenitud y cada vez más enamorado.
Hacer siquiera el intento por algo decir de lo hermosa que es, sería injusto para la belleza misma, la haría sentir inferior y casi con ganas de desaparecer. Pues ella, con solo respirar hace que cada día sea mejor.
La pienso y al instante mágicamente es distinto, la imagino y hay un cambio repentino en todo, absolutamente todo. Sin saberlo hace de mí su fiel admirador. Como un fan.
En esos ojos, en esa sonrisa, en esa piel, pero sobre todo en su alma y corazón, alberga el templo que quiero adorar toda mi vida.

Roberto García
Hombre arcádico con sentimientos farádicos. Escritor esporádico, iluso creador gonádico. Con amor pleno y poeta maniático, pero, poco simpático...
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