Soy Valentina Huilén Fernández, tengo 22 años y vivo en Marcos Paz, la ciudad del árbol.
Mis ojos son marrón oscuro, mi pelo es castaño claro con algunas mechas decoloradas y en el sol éste se vuelve un poco rojizo. Ya no recuerdo cuantas veces lo teñí, en búsqueda de una especie de "nuevo comienzo".
Mi piel tiene tonos amarillentos, mis venas son verdosas, aunque algunas son azuladas. Y mis uñas siempre están despintadas.
Creo encontrar mi eje en un suelo equilibrado, sobrio, ordenado y simple. Pero, nunca evito caerme intentando ser esto que no soy. Soy cuidadosa, mido mis palabras... a veces las mido de más. Y me gusta cantar, algo incompatible con el excesivo control que anhelo, busco, y muero por tener. Todo lo que escribo me suena mejor si rimo... aunque a veces no tiene sentido.
Estoy triste, muy triste, siempre lo he estado. Y así, me he resguardado. Puedo, ahora, en éste instante, pretender que recito un poema, aspirar a que alguien lo lea, a que alguien me vea. Y quiero que alguien lo lea, quiero que alguien me vea. Pero tengo aversión a las miradas, en especial a las que van directamente al corazón a través de los ojos.
El otro día canté y sentí que me iba a desmayar, la gente tan cerca me daba ganas de vomitar. Se sentía como una marea de personas y pensamientos a punto de ahogar... me (así lo hacen los poe... tas, o al menos eso veo).
Y vuelvo al otro día, yo canté. Canté con lo poco de corazón que estaba dispuesta a mostrar, intenté conectar con la letra y dejarme llevar. Pero, no. Cada bocado de aire fue minuciosamente medido, cada corte, cada nota. Todo fue pensado muy, excesivamente. Ese sol de arriba que se la tengo jurada, salió, pero de la manera más comprimida y sutil que se podía.
Quería que termine. Quería irme, que nadie me vea, corrí a sentarme y cancelé los planes de cantar algo más, había un riesgo muy grande que me podía terminar de angustiar. Mi peor miedo se iba a concretar:
Llorar en frente de todos. Una emoción a mostrar y contra mi tan preciada compostura atentar. Iba a ser la chica que llora en las muestras de canto, como si fuera una nena, como si no tuviera 22 años. Y tengo 22, casi 23. Y me sigo sintiendo una nena a veces. Y aunque crecí, crecí tanto, maduré en tantos aspectos.................... retrocedí en otros. Y odio hablar. Odio demostrar. Aunque no lo odio de verdad, odio mi vulnerabilidad. (No, no la odio)
No quiero formalidades, no quiero escrivir correctamente, quiero aser todo coomo salga de mi mente, sin control aunque no me guste esto espar<a demostrarque nsoy humana y me vivo equivocamdno y esta biuen no tengo por que poner una tilde o puntuar bien ,as palabras que digo que hago ni siquiera tiene que tener sentido no quiero controlar lo que sale de mi mente y odio a mi papá porque hizo mucho daño en mi vida t lo sigue haciendo pero una pere de mi todavia tienen compasion y odio eso, odio que ne salga tan facil el buscar la paz y no tener problremas a costa de mis sentimientos y mi respeto como persona. dijo que me pasen por arriba y así me respeot menos a mi misma, me duelen las manos de excribir tanto pero sigo porque ya no puedo hacer más para cultivar el llanto en mi, porque lo perdi y como dijo fiona mis lagrimas se secan y se calcifican en mi estomago.
No voy a corregir, no voy a cambiar nada de ese párrafo. Soy esto, un desastre viviente forzándose a ser una persona funcional. Creía que siendo una adulta responsable y considerada iba a solucionar algo. Ahora me quiero morir y lloro cuando canto, y cuando no canto, y creo que es porque me frustra el canto pero NO no me frustra el canto, me frustra mi vida y quiero tener control sobre éste. El problema no es el canto, nunca lo fue, el problema soy yo y cuan poco respeto mis propios límites.
No sos una máquina Valentina, estás cavando tu propia tumba así. Solo que no te vas a ir, no vas a morir. Vas a revivir como los zombies de Resident Evil y vas a vivir así. Así así así así así, no me importa el "krinch". No te sigas lastimando. No sigas alimentando eso. No perdones si no querés, pero dejalo ir. Hay que dejar ir, dejar de controlar, si sale mal ya está, la vida no termina ahí y te encerras en un lugar de mierda por no querer buscar una llave que vos misma tenés. Pedir ayuda y sentir nunca fue algo malo. Perdón si te hicieron (hice) sentir así. Te amo, aunque cueste y aunque duela.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión