"Los grandes momentos de la vida están llenos de preguntas.
Los grandes encuentros de la vida están llenos de interrogantes.
Cuando llega el gran momento uno cree haber contestado todas las preguntas. Cree estar listo.
Ya en ese momento uno cree tener las respuestas y acciona. Pero siempre surgen nuevos interrogantes.
Qué, cómo, cuándo, dónde y por qué. Eso es siempre lo que nos preguntaremos [...] " (Esperanza Bauer, Casi Angeles, 3x3)
Cuando lloras por la noche, mientras nadie te escucha, ¿en qué piensas? Cuando te liberas de la angustia de la mañana, ¿qué esperas?
Estoy en un momento de mi vida donde todo parece no tener sentido. La verdad es que no sé si siquiera estoy tomando las decisiones correctas, pero creo que es parte del proceso.
Con la psicóloga hablamos de dejar atrás la palabra “obligación” pero obligarme a entender que también hay posibilidades y deseos además del hacer está siendo más difícil de lo que creía.
La verdad es que siento la gran necesidad de producir, como una máquina a la que se le presiona un botón y ejecuta todo a la perfección, y lo posible y lo deseado están muy lejos de formar parte de mi mentalidad en este momento.
¿Qué deseo? ¿Cuáles son mis verdaderas ambiciones?
Estas son las preguntas que más me asustan porque creo conocer las respuestas y detrás de ellas está el vacío. No me gusta mirar a los ojos a lo desconocido.
Sí, me gustan los idiomas.
Sí, me gusta escribir, leer, entender y admirar el arte.
¿Me gustaría sentarme en un escritorio y atormentar a alumnos todas las mañanas que tienen los mismos miedos que yo? ¿Me gustaría ser profesora? No.
Pero me fascina muchísimo lo complicado, lo que veo como casi imposible para mí.
Me gustaría discutir con gente que me entienda, ayudar a niños a ver que se puede salir adelante, traducir millones de libros y aprender millones de idiomas, jugar a ser editora y comentar sobre los grandes y que mi opinión tenga peso en la sociedad, investigar y descubrir la clave de nuestro mundo tan desconocido y conocido a la vez; jugar, de vez en cuando, a ser filósofa.
Mis inquietudes bloquean todos estos "deseos".
Me aterra la idea de perderme en mi miedo y no llegar a conocerme nunca. Sé demasiado de la vida, pero a la vez no sé nada. Y este sin saber me deja sin aliento cuando la cabeza no quiere descansar.
En esos momentos de gran dolor, creo firmemente que nadie nunca me va a llegar a querer y respetar porque yo no me quiero ni me respeto. No le encuentro sentido a mi existencia.
¿Qué hago acá? ¿Cuál es mi misión en este plano?
Quizás necesito entender que no hay ninguna regla ni misión, y que la vida misma es simplemente esto que estoy viviendo mientras escribo como una loca en un idioma que siento mío, buscando saber lo que hay detrás de lo que ya sé.
Necesito racionalizar que vivo en una roca llena de agua y fuego, que no sé cuándo va a explotar, y no por esto tengo que estar "al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa".
La posibilidad está en saber que puedo decidir pasar horas en medio de la ruta, vivir en medio de la nada, viajar por el mundo, estar rodeada de muchas personas y perderme en la suavidad y soledad de mis sábanas, dejando que el tiempo revele pequeñas pistas y respuestas, y estar bien así.
Entender que vine al mundo para simplemente ser y que no tiene sentido esconderme de mi propio destino, que tarde o temprano me va a mirar a los ojos y tal vez, ese día, no me asuste tanto.
"¿A dónde vas?
Aunque corras la pared te encontrará
¿Por que llorás?
Si no hay nada que ocultar" (Lali, Mil Años Luz)
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