sos la medida de mis pensamientos

Le doy la mano a mis fantasmas, a mis ilusiones, convivo entre ellos porque encontré un mosaico de historias en mi pared. Recuerdo sus voces, recuerdo la noche, veo el día. Trasciendo del vacío hoy, lo transformo en naturaleza avasalladora, en el eco de los sonidos nítidos del ayer y en el recuerdo perpetuo de la ausente presencia que me quema en las costillas.

Te extraño menos cuando te traigo a mi costado y aprendo de memoria tu perfil, cuando con certeza reconozco tus labios porque son los únicos que me inician desde adentro, donde crezco y me reduzco hasta hallarme rodeada de selva y paraíso.

Miro desde el margen siempre, oficio de observar, encontrarte y desencontrarte las veces suficientes para adivinar dónde vas a estar a las cinco de la tarde, cuando el calor que haga sea insoportable porque no estás vos para enfriarme un poco de este fuego. Creo que sos eso, fuego y chispa, papel y piedra. Sos inicio de civilización, como el abecedario y la palabra.

Yo te creo en mi habitación con la palabra. Te dibujo a partir de cenizas, te hago mío con un susurro al fuego. Quizás por eso estoy tan llena de vos que no sé hacer más que amarte desde el comienzo del mundo, desde las lenguas olvidadas hasta un idioma inventado por mí, ingenua por decirte flor y que reconozcas un te quiero entre sus pétalos morados.

Quiero verte pasar por mi casa o entre las calles del centro que sabés que frecuento y sobre las esquinas que cantan campanadas. Quiero verte en mis pensamientos, delinear con mis pestañas el contorno de tu boca que aparece cuando te deseo. Quiero verte en mi cuerpo, tenerte impregnado en toda la piel que sólo sirve para rogar tu tacto y pertenecerte.

Todo el vacío se reduce en eso. Ser tuya contra toda ausencia.