el otro día soñé que se moría mi viejo.
mi viejo que ahora tendrá unos 57 años,
edad que calculo restándole tres a la de mi mamá.
esa es la relación que hoy tengo con mi viejo, que no lo veo hace seis años,
pero el otro día soñé que se moría.
yo cargaba el ataúd, como en las películas yankees, junto con otras personas que no recuerdo pero seguro eran familiares, los 4 o 5 que somos.
sé que mi psicóloga me va a preguntar, «¿recordás algún objeto de ese sueño?»,
y yo le voy a responder, «el ataúd»,
y sé que me va a decir, «vos también sos ese ataúd».
a ese ataúd lo cargo yo.
hay otras cosas que recuerdo del sueño: las manijas doradas, la madera marrón y lo liviano que me resultaba, a pesar de que lo cargábamos varias personas.
también recuerdo llorar mucho y pensar: «al final nunca nos volvimos a encontrar».
mi viejo no me abandonó, al menos físicamente.
a mi viejo lo abandoné yo.
sé que cargar con su ataúd no es un detalle menor.
sé que no es casual que la muerte y el paso del tiempo sean las dos cosas que más me afectan a menudo.
también sé que con mi viejo nos separan seis años, veinticinco cuadras de distancia y ninguna muerte.
a mi papá le digo "mi viejo" con mis amigos, "el otro" con mi mamá.
cuando mi mamá lo menciona me dice "tu padre", el otro día le dijo "papá", creo que no se dio cuenta.
mi hermano no recuerdo cómo le dice, casi nunca lo mencionamos.
en mis pensamientos no tiene título ni nombre, tiene cuerpo y rostro, el último que vi en el 2018.
a veces ni siquiera eso,
a veces es solamente una entidad que mi mente reconoce,
pero el otro día soñé que se moría, el otro día fue un ataúd.
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